Estos tiempos que vive la música mexicana en general no parecen en realidad los de mayor bonanza en cuanto a producción deslumbrante se refiere; con ello se quiere decir que por una parte la música “seria” no ha logrado desligarse de las influencias extranjeras reflejadas en las técnicas de composición perseguidas por los compositores contemporáneos, quienes parecen a veces no haber abandonado una idea que parece remontarnos al siglo XIX, cuando nuestros mejores creadores como Ricardo Castro, por ejemplo, se distinguían con grandes composiciones a la usanza europea de la época.
Por la otra parte , le música popular de un período en el cual los compositores verdaderamente se encontraban en franca competencia creativa aun dentro del terreno comercial, se ha convertido en un artículo de consumo de muy escasa, a veces nula calidad. Los compositores de “conservatorio” se han olvidado de que existieron en nuestro país compositores tales como Silvestre Revueltas o Candelario Guisar y de que su obra ha sido a la vez una promesa y un reto a la vez, la promesa de la futura gran música de concierto mexicana y el reto dejado a la buena voluntad de sus sucesores, los nuevos compositores poseedores de técnicas aun mas modernas.
La música popular, entendida como Béla Bartók lo hizo, la música campesina, la verdadera música folklórica creada principalmente por los autores anónimos, ni remotamente ha sido investigada ni comprendida como él también lo demostró y por lo tanto no podemos esperar al nuevo Revueltas, actualizado y convencido de su labor, pero ni siquiera al entendedor de lo que debería significar actualmente una música para el pueblo con la calidad que nos mostraron las obras de un Mario Ruiz Armengol un José Sabre Marroquín un Gonzalo Curiel o un Vicente Garrido, por ejemplos memorables.
En cambio, la radio y la televisión abruman al pueblo día y noche con lo que Bartók llamara también música “populachera” no dejando al escucha oportunidad de elección ni de madurez perceptiva.
Muchos países han fusionado su música autóctona con otras músicas en busca de originalidad contemporánea y no debe extrañarnos que en esas funciones constantemente tenga participación el Jazz, puesto que este género esta considerado por los que saben, como el folklore más desarrollado del mundo, un hecho demostrado en las versiones de los músicos actuales, quienes además de mostrar una actualización real en cuanto a técnicas composicionales se refiere, constantemente están realizando innovaciones a su música, a través del arte de la improvisación.
En este concierto se ofrece el trabajo de quienes creemos en tales fusiones y en tales progresos para nuestra música y aunque sin haber llegado aun a los mayores logros en materia composicional, esperamos que se interprete la nuestra, como una condición para llegar a ser mejores artistas y dar al público una mejor perspectiva hacia la música que nos pertenece.
Por la otra parte , le música popular de un período en el cual los compositores verdaderamente se encontraban en franca competencia creativa aun dentro del terreno comercial, se ha convertido en un artículo de consumo de muy escasa, a veces nula calidad. Los compositores de “conservatorio” se han olvidado de que existieron en nuestro país compositores tales como Silvestre Revueltas o Candelario Guisar y de que su obra ha sido a la vez una promesa y un reto a la vez, la promesa de la futura gran música de concierto mexicana y el reto dejado a la buena voluntad de sus sucesores, los nuevos compositores poseedores de técnicas aun mas modernas.
La música popular, entendida como Béla Bartók lo hizo, la música campesina, la verdadera música folklórica creada principalmente por los autores anónimos, ni remotamente ha sido investigada ni comprendida como él también lo demostró y por lo tanto no podemos esperar al nuevo Revueltas, actualizado y convencido de su labor, pero ni siquiera al entendedor de lo que debería significar actualmente una música para el pueblo con la calidad que nos mostraron las obras de un Mario Ruiz Armengol un José Sabre Marroquín un Gonzalo Curiel o un Vicente Garrido, por ejemplos memorables.
En cambio, la radio y la televisión abruman al pueblo día y noche con lo que Bartók llamara también música “populachera” no dejando al escucha oportunidad de elección ni de madurez perceptiva.
Muchos países han fusionado su música autóctona con otras músicas en busca de originalidad contemporánea y no debe extrañarnos que en esas funciones constantemente tenga participación el Jazz, puesto que este género esta considerado por los que saben, como el folklore más desarrollado del mundo, un hecho demostrado en las versiones de los músicos actuales, quienes además de mostrar una actualización real en cuanto a técnicas composicionales se refiere, constantemente están realizando innovaciones a su música, a través del arte de la improvisación.
En este concierto se ofrece el trabajo de quienes creemos en tales fusiones y en tales progresos para nuestra música y aunque sin haber llegado aun a los mayores logros en materia composicional, esperamos que se interprete la nuestra, como una condición para llegar a ser mejores artistas y dar al público una mejor perspectiva hacia la música que nos pertenece.
JMZ.
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